Sin amor, es una crítica mordaz a la cultura del culto al status social. El ansia de formar parte del círculo cercano de los Torralba propicia que todo esfuerzo parezca poco con tal de lograr el objetivo. Escolástica Pérez, la institutriz directora mucho tiempo de La Santa Escuela , contrae nupcias con Jesús María Fernández. El acontecimiento reúne a la crema y nata de esa sociedad provinciana. Ahí mismo se da el desencuentro entre Ramón Torralba y su prometida Ana María.
Ana María, al ser hija única, fue designada para llevar a cabo los proyectos de juventud truncados por su madre Lidia: ser una Torralba. Para ello se casó con don Venancio, dueño de una maderería muy bien posicionada. A la muerte de aquél, Lidia acrecentó el capital, lo cual permitió que le ofreciera a Ana María una educación a la altura de la aristocracia local, previa aprobación de Escolástica, porque a la escuela de las niñas bien no podría ingresar cualquier muchachita.
El roce propiciado por el colegio le abrió, a Lidia, las puertas de las casas más respetadas, al grado que un día fue anfitriona de las distinguidas damas. Una mañana la madre de Lidia murió, acto providencial ya que ahora sí podría darse un estilo de vida a la altura de las Torralba y las Paz Aldana, entre otras. Y cuando La Santa Escuela ya no llenaba las expectativas y la moda era el colegio de Las Damas del Sagrado Corazón, Ana María se desplazó a estudiar a la capital mexicana, aunque en esa aventura su madre invirtiera (porque es lo que para ella significaba esa erogación) todo su dinero.
El sueño anhelado de Lidia comenzaba a configurarse: Ramón ponía su interés en Ana María. Por fin eran reconocidas como “sociedad”, aunque se hablara a sus espaldas de la falta de abolengo. Mientras Ana María y Lidia se acercaban a la aristocracia a través de los Torralba, se veía caer en desgracia a Julia Ponce, a quien ni la gallardía o el uniforme militar de su primo Enrique podrían salvar.
Los años transcurren en la novela como en la vida misma: rápido. Vemos a Ana María más gruesa de carnes, a Ramón domado, dueños y administradores de la fortuna Torralba, distanciados de éstos y, a Ana María, incrédula ante la felicidad de Julia.
Azuela, Mariano: "Sin amor", en Obras completsa I, México, FCE, 1993, pp. 225-319.
Azuela, Mariano: "Sin amor", en Obras completsa I, México, FCE, 1993, pp. 225-319.
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