lunes, 27 de septiembre de 2010

La formación de lectores en la escuela: Un juego serio.

La preocupación real de formar lectores autónomos, de incrementar los indicadores de lectura, de mejorar las posiciones en el concierto internacional evaluados por pisa, trastoca una reforma en el espacio que ocupa la lectura al interior de la escuela y en particular del aula.

Cuando digo preocupación real, me refiero a un compromiso auténtico de formación de lectores y no sólo a posturas discursivas, políticas y prostituidas. El hogar, primero, y la escuela, después, son los dos espacios primordiales del contagio de la lectura, no son los únicos por fortuna, de ahí la importancia de robarle tiempo (palabras de Pennac) a actividades curriculares y domésticas.

Taller de lectura en el aula: Cómo crear lectores autónomos, de Ester Spiner, es un libro sencillo que expone la experiencia de la implementación del taller de lectura. Pero el taller como taller, no como asignatura que hay que evaluar para aprobar o desaprobar un grado escolar, sino como un tiempo y espacio de creación y vinculación con la palabra escrita y nosotros.

Una aclaración necesaria: no es de ninguna manera un manual de estrategias y actividades, tan demandadas por algunos docentes. Pero sí es una reflexión útil no sólo para quien imparte la materia propia del área de lingüística o español o literatura, sino para toda aquella persona que esté frente a un grupo en un ambiente de educación formal.

El primer capítulo, “Para qué formar niños lectores”, nos presenta una tipología de los tipos de lectura silenciosa, de los propósitos de la lectura (tan olvidados al momento de evaluar la comprensión lectora y en las prácticas lectoras escolares); de manera breve también aborda las tres principales corrientes o teorías de la lectura, la importancia de la ilustración de los textos.

En el segundo capítulo, “Un adulto entrometido”, es categórico cuando afirma: “aquel maestro que no lee o que sólo realiza lecturas enfocadas a su perfeccionamiento docente, pero no participa individualmente de la lectura placentera, no puede formar jóvenes lectores.” Con ello aborda el tema del mediador y las características que debe tener dicho rol.

“El juego de oír: la narración oral”, es el nombre del tercer capítulo. En él Spiner revalora el lenguaje, sobre todo el oral y su importancia en la conformación de la identidad individual y colectiva. Además, brinda una serie de pautas para que nos animemos a contar cuentos y comenzar la promoción de la lectura desde el habla.

El cuarto capítulo, “Taller de lectura en el aula”, es la prueba de la experiencia de implementar el taller tanto en población infantil como juvenil. Insisto, no son recetas mágicas, son acciones que se comparten para que podamos generar ideas acordes a nuestros contextos, pero que afirman que leer por placer es posible en la escuela.

“¿Qué podemos leer?”, el quinto capítulo, quizá no sea tan utilitario para el docente mexicano porque la mayoría de los libros propuestos son de autores y editoriales argentinas, pero si se echa un vistazo a las bibliotecas de aula o escolares, se podrán encontrar algunas obras enlistadas, o mejor aún, tener la iniciativa de conformar el canon propio.

Por último, el capítulo “Un final que recién comienza” explica de manera clara y sencilla qué es la Teoría de la recepción, lo cual motivará más de una reflexión y reconsideración de los mecanismos de evaluación de la comprensión lectora.

Un libro sencillo, claro, práctico para maestras y maestros que quieran formar lectores autónomos por convicción y no por indicaciones curriculares, oficiales o intereses de otra índole.

Spiner, Ester: Taller de lectura en el aula: Cómo crear lectores autónomos, Argentina, Ediciones Novedades Educativas, 2009, 136 p.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Muchos caminos llevan a la lectura.





A menudo los padres de familia, de hecho más frecuentemente las madres, acuden a la biblioteca o me abordan por la calle preguntándome ¿cómo hacer que sus hijos lean? Esta inquietud es compartida por docentes y personal bibliotecario. La respuesta inmediata es clara y sencilla y con efecto boomerang: ¿ustedes leen? La mayoría de las ocasiones la respuesta es antecedida por un silencio algo bochornoso: No. Pero en otras, las menos, existe una conducta lectora.

En esa búsqueda se presenta una paradoja ocasionalmente, la pregunta por interés o necesidad personal de ¿cómo le hago para que me guste leer? O ¿algún libro que me recomiende para que me guste leer? Es decir, no les gusta leer y piden un libro que les despierte ese placer, pero no un libro de literatura o divulgación, no, lo que desean es un manual que exponga paso por paso el camino hacia la lectura.

De tal manera que para el mercado editorial este segmento poblacional es un nicho para explotar. Hay bastantes títulos que buscan satisfacer la ya mencionada preocupación. Uno de ellos es Caminos a la lectura, compilación de Martha Sastrías. Este libro, está estructurado en cuatro apartados, desde los cuales se conjuntan diversas voces que ofrecen el mismo número de visiones, de enfrentamientos y soluciones ante el problema de la formación de lectores.

Para el promotor o mediador de lectura avanzado o con algunos cursos, talleres y lecturas, quizá el libro le resulte no del todo novedoso. Sin embargo, para quienes inician su trayecto por el viaje de la promoción de la lectura, será de gran utilidad. En el primer apartado, "La lectura", encontramos una reconceptualización del acto lector en palabras de Danilo Sánchez Lihón, de igual modo, otras plumas abordan la lectura desde la escuela, el hogar y la biblioteca. El vínculo entre lectura y escritura y la importancia de la literatura infantil en la creatividad. En particular recomiendo los artículos de Roberto Pulido, et. al., de Sánchez Lihón y de Mercedes Falconi.

La segunda parte, "Invitación a la lectura", nos presenta algunas de las herramientas del promotor: la narración oral, lectura en voz alta, expresión corporal, selección e ilustración de libros infantiles y juveniles. Fundamentales para la consecución de los propósitos del mediador serán los textos de Margarita Heuer, Martha Sartrías (el de lectura en voz alta), Fanuel Hanán Díaz y Sergio Andriacaín.
La tercera parte, "Vivencias para compartir", nos ofrece testimonios de trabajos realizados en diferentes latitudes de nuestro continente y la importancia de poner las palabras al alcance de la mano y de la boca de los asistentes a los talleres. De respetar su voz, escuchando, sin emitir descalificaciones y brindando mucha confianza. El último apartado, "Sortilegios que inducen a la lectura", es una serie de propuestas de trabajo para detonar el gusto por la lectura, la escritura y la creación. Todas muy sencillas de llevar a la práctica y económicas. De acuerdo a lo expuesto en estas líneas, este libro cumple con los objetivos planteados en la Introducción y es lectura que más de un promotor de lectura debe echar un vistazo.

Sastrías, Martha (comp.): Caminos a la lectura, México, Editorial Pax, 1995, 220 pp.

Publicado en "La Gualdra", suplemento cultural de La Jornada Zacatecas, abril 8 de 2013.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Mala Yerba



Una de las demandas más sentidas de la población mexicana ha sido sin lugar a dudas el abuso de poder. Abuso dado por la posición económica, política, y por ende, social. Mariano Azuela aprovecha esta realidad para desarrollar su novela Mala Yerba. La familia Andrade encabezados por el matoncillo Julián Andrade, hace y deshace a voluntad en San Pedro de las Gallinas. Una bala que acaba con la vida de un peón frente a Marcela, es el inicio de esta historia.

Marcela es la hija de señor Pablo, un viejo jornalero que ha servido a los Andrade toda su vida. Joven, bella, sensual, Marcela es objeto del deseo de don Julián. Las pesquisas de la averiguación por el asesinato del peón apuntan hacia el cacique. El testimonio de Marcela apuntala las hipótesis, sin embargo, se retracta de su declaración. La autoridad sabe lo que implica inculpar a Andrade, de tal manera que es absuelto.

De vuelta de Morency, Gertrudis se encarga de cuidar la caballería de don Julián. El mozo hace gala de gran conocimiento equino, todo aprendido en los Estados Unidos, y es por ello que a él confieren tal tarea. Marcela se va transformando en una obsesión para Julián. Los demás hombres la miran como algo ajeno a la comunidad y más cerca de las propiedades Andrade. Éste se reusa a aceptar que está enamorado de la joven, que a diferencia de otras mujeres ella ha sabido despertar en él el sentimiento amoroso.

Pero Marcela está enamorada de otro, de Gertrudis, el hombre que l hace latir desesperadamente el corazón desde niños. San Pedro de las Gallinas recibe a un ingeniero estadounidense que iniciará el proyecto de una presa solicitada por don Julián. Ante sus ojos no pasa desapercibida la belleza de Marcela. La muchacha ve en míster John la oportunidad de librarse de don Julián. Andrade se da cuenta de las intenciones del gringo, pero no cuenta con que éste le tunda una tremenda paliza.

La fortuna que ostentan los Andrade no es del todo limpia, de hecho no es limpia, es producto de la rapiña, aunque precedida por un acto heroico que quedó manchado con el desenlace. Familiares de los Andrade llegan a San Pedro y ven a la tía Ponciana como una excelente oportunidad para sacar a algunos parientes de la cárcel, pero es misión imposible.

Marcela no le es indiferente a Gertrudis y el pueblo comienza a darse cuenta. Hay quien ve la oportunidad para que don Julián ponga los ojos en su hija y se beneficie. Pero también hay a quien no le complace la relación de Gertrudis y Marcela, y una de ellas es Mariana. Señor Pablo muere un domingo, acompañado por la pena de la huída de Marcela. Una carrera de caballos será el escenario donde Gertrudis rete a don Julián. El trágico desenlace se percibe en los últimos capítulos aunque sin develar todo el final.

Azuela, Mariano: "Mala Yerba" en Obras Completas, México, FCE, 1993, pp, 113-224.