miércoles, 20 de octubre de 2010

Los batautos hacen batautadas

Consuelo Armijo Navarro-Reverter nació en Madrid el 14 de diciembre de 1940. Posee tres de los premios más importantes de literatura infantil en España: “Premio Lazarillo 1974” por Los batautos; “Premio CCEI 1976” por la misma obra; “El Barco de Vapor 1978” por El pampinoplas; nuevamente el “CCEI 1982” con Aniceto, el Vencecanguelos y el “V Premio AETIJ por Guiñapo y Peleplátanos.[1]

El libro trata sobre las aventuras entre amigos, propiciadas principalmente por el azar, la confusión y alguna travesura. Los cuentos aquí reunidos tienen como eje de cohesión a los batautos, las aventuras que a partir de la amistad y solidaridad que existe entre ellos se presentan. Los batautos pertenecen a la familia de la literatura fantástica, podrían tener parentesco con los duendes o con los gnomos, la pigmentación verde de su piel, su escasa estatura y las aventuras que viven así lo muestran.

El mensaje central de las historias es la amistad, acompañada de otros valores como la tolerancia, la generosidad, la solidaridad.

Aunque las historias en sí son atemporales, su creación se inserta dentro del marco del llamado “boom” de la literatura infantil española. Toda la acción se desarrolla en el bosque donde viven los batautos. Durante la trama se manejan algunos conceptos que son muy utilizados en el habla coloquial de España, por ejemplo tricotar, azarado, además de que la autora inventa otros términos, lo anterior dentro de la corriente nonsense en que se inscribe.

El conjunto general del argumento viene dado por los batautos, que son unos seres amables y entrañables que viven en un bosque lejano. Peluso, Buu, el inocente de Gusi, el malhumorado de Erito y el loco del rey, don Ron, viven un montón de anécdotas juntos. Peluso inventa la cometa, Peluso y Buu curan a don Ron de su falta de vitaminas, hacen un desfile impresionante para el cuarenta y dos de "septubre"... Aunque a veces se disgusten, todos son muy buenos amigos y están muy contentos de poder contar los unos con los otros.

El argumento de cada uno de los cuentos que conforman la obra, es el siguiente:

El cuarenta y dos de septubre:  Don Ron mira el calendario y se percata que el siguiente día será el cuarenta y dos de septubre, motivo para convocar al desfile tradicional. Se lo comunica a sus súbditos. Peluso se entusiasmó y convocó a los demás batautos, tras un ensayo general trompicado, el desfile se presenta, pero no como estaba planeado, sin embargo, fue muy divertido.

La flor de zálale: Buu y Peluso deciden jugar al lobo y el cordero, con ese fin se disfrazan, pero Don Ron confunde a Peluso con una flor de zalalé , como no sabe qué tipos de cuidado requiere sale a preguntar sus súbditos. Puesto que nadie conoce esa flor cada quien da el consejo que se le ocurre. En la búsqueda de Peluso se sucede el enredo de esta historia que finaliza cuando Peluso “se come” a Buu y Don Ron encuentra un plumero que sustituye a la otra flor de zalalé.
El gran invento de Peluso: Peluso construye una cometa y se dispone a mostrarla a los demás batautos, sin embargo, el fuerte viento provoca que éstos se levanten por los aires sujetados de la cometa. El único que resiste y sigue haciendo acrobacias es el propio Peluso quien finalmente es ovacionado cuando vuelve a tierra.
Regalos para Peluso: Una mañana cuando Peluso descubre que sus calcetines están rotos, se le ocurre enviar un mensaje al viento solicitando dos pares de calcetines, sin embargo, piensa que sería buena idea pedir más cosas. Los batautos obsequian las peticiones a Peluso quien a la vez debe complacer a Erito.
Reunión primaveral: Peluso, muy elegante se dispone a dar un paseo, en el camino se encuentra a Buu quien se siente menos porque su vestimenta no es tan llamativa como la de Peluso, además de estar sucia. Peluso gentilmente le presta un jersey que Buu utiliza ese día, desafortunadamente como le queda chico se rompe, pero la bondad de Peluso salva la situación.
Por el camino de los pinos: Peluso quiere realizar el viaje más largo que haya hecho un batauto, para eso emprende una travesía por el bosque, durante el trayecto se percata que Erito lo sigue, y cuando al fin cree haberlo perdido se da cuenta que en el pino cien están todos sus amigos, incluyendo a Don Ron.
Falta de vitaminas: Un día Don Ron no podía levantarse de la cama, Peluso y Buu fueron a visitarlo. Ante el panorama, Peluso diagnosticó que a Don Ron le hacían falta vitaminas P y T. Junto con Buu preparó una alimentación rica en dichas vitaminas, invitaron a Erito, pero cuando Don Ron se mejoró los echó de sus casa.
Material secreto: Peluso influenciado por la lectura de un libro de espionaje, encuentra una piedra y se imagina que es material secreto que alguien puede querer. Su extraña manera de actuar llama la atención de Buu, quien se dedica a observarlo hasta que al final los dos platican de lo divertido que se la han pasado.
La gran fiesta del agua dulce: Peluso se entera que hay agua dulce y agua salada, recuerda que cerca de su casa hay un manantial, y de acuerdo con el libro que está leyendo, debe ser de agua dulce. Llena cinco barriles y le obsequia uno a Buu, quien tiene la idea de realizar una fiesta y compartir con los otros batautos las delicias del agua. En plena fiesta, ambos se percatan que el agua no es dulce y le vierten azúcar. Los barriles se acaban en medio de una felicidad cuando Gusi se cae dentro de un barril y mejora el sabor.
Los cuadros: Peluso hace un retrato de Buu y éste quiere también hacer uno de Peluso, así sucede y ninguno está convencido que ese sea su retrato, piensan que es un cocodrilo u otro animal, ambos comparten su alegría e inquietud con los demás batautos.
Los repollos colorados: Peluso decide formar la banda de los repollos colorados, para ser integrante de ella hay que realizar alguna hazaña, así sucede e incluso Erito en medio de su mal humor logra realizar una.
Rascasol, donde ningún gorrión jamás llegó: Peluso emprende una excursión a las montañas, en particular le llama la atención una de nombre Rascasol, Buu lo acompaña, en el trayecto cruzan Rascaluna y Rascaestrellas, hasta conseguir su objetivo.
Un día extraordinario: Cada uno de los batautos se ocupa de sus preferencias, sólo el loco de Don Ron cree ayudar a uno de sus súbditos.


Los personajes tienen las siguientes características:

§  Don Ron es el rey, está bastante loco, sin embargo, cuida a sus súbditos y convive con ellos como si fuera uno más.
§  Peluso es el batauto más coherente, le gusta mucho leer y de ahí deriva sus aventuras.
§  Buu es el mejor amigo de Peluso, su poca experiencia provoca que Peluso siempre trate de orientarlo y guiarlo.
§  Gusi es el batauto torpe, siempre se está cayendo.
§  Erito siempre está de mal humor, de todo protesta.

La mayor parte de las tramas de las historias se desarrollan dentro del bosque de los batautos, salvo el espíritu aventurero de Peluso, los demás tienen una actitud más bien sedentaria (exceptuando la historia de “Por el camino de los pinos”), el cielo (“El gran invento de Peluso”), las montañas (“Rascasol, donde un gorrión jamás llegó).

Las historias tienen un movimiento propio de las aventuras y situaciones chuscas, es decir, es rápido. Tienen poco duración en sí, salvo “El cuarenta y dos de septubre” que dura casi veinticuatro horas, las demás son solo unas pocas.

La redacción de la obra es sencilla en su forma. Sin grandes pretensiones la autora busca (y consigue) divertir a partir de unas aventuras extrañas y hasta absurdas. En el mismo sentido se inserta el contenido, explotando algunos estereotipos como el aventurero, el torpe, el líder, etc.

Es el tercer libro de la saga de los batautos. La autora es considerada una de las máximas representantes del nonsense en español.

Una de las características de Armijo es sin lugar a dudas el juego de palabras constantes. Al respecto, Juan Cervera Borrás nos dice: “En Los batautos hacen batutadas (Espasa-Calpe, Madrid, 1982) el efecto tropezón deja de ser casual para prolongarse en una meditación que se transforma en situación cómica. Así sucede en el capítulo Material secreto (76-85) en el que se pone de relieve que los secretos son objeto de fabricación por parte de sus autores, aunque dicho material sea de poca importancia, como una piedra en la cual ni siquiera se hubiera escrito mensaje alguno.

El capítulo dedicado a La fiesta del agua dulce (86-94) parte de la afirmación encontrada en un libro científico: «El agua del mar es salada, pero en cambio, la que sale de los manantiales tierra adentro es dulce». Ante semejante descubrimiento Peluso organiza una fiesta para celebrar el hallazgo del agua dulce. Pero estuvo a punto de ser un fracaso, pues los invitados comprobaban que el agua dulce no sabía a nada. Peluso se resistía a dar crédito a la realidad, porque «los libros científicos no se equivocan nunca» (90). A pesar de lo cual doblegó su mente y repartió un saco de azúcar entre los barriles de agua dulce del manantial. Y todos pudieron comprobar, hasta la gula, que ahora sí era verdaderamente dulce.”[2]

Este título aparece en el denominado “boom” de la literatura infantil española. Junto con Armijo aparecieron autores como Fernando Alonso, Joan Manuel Gisbert, Jordi Sierra i Fabra o Juan Farías. Es decir, una época donde la libertad de imaginar y escribir suplía a la libertad política.

La autora es afín a jugar con el lenguaje, a crear no sólo ambientes sino también sonoridades, propias de una imaginación expansiva y que sabe llegar al público infantil.  La obra de Armijo acompañó la niñez de toda una generación de españoles, al grado que aún hoy podemos encontrar en la red foros de discusión en torno a su obra y ésta misma en librerías en línea.




[1] Cervera Borrás, Juan: “Palabra y juego en los libros para niños”, en http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/34693953213469429776891/p0000001.htm (septiembre 23 de septiembre de 2008).



[2] http://www.amigosdelibro.com/autores/armijo.htm (25 de abril de 2008). 

No hay comentarios:

Publicar un comentario