martes, 21 de febrero de 2017

Cuentos de la Alhambra

Seducido, muy probablemente, no sólo por la majestuosidad del sur español –en particular la Alhambra-, sino también por la magia de Las Mil y Una Noches, Washington Irving (Nueva York, 1783-1859), recrea y recupera historias dentro de los límites de ese hermoso espacio. De esta manera encontramos, lo mismo, el origen del palacio que leyendas de personajes árabes, pero también de recovecos y áreas emblemáticas. Tratemos de imaginar la maravilla que apareció ante los ojos de Irving en 1829, cuando conoció Granada. Además de contar con la fortuna de alojarse en el mismísimo palacio.

Deseoso de dejar registro de esta espectacular visita escribe “El palacio de la Alhambra”, “La torre de Comares”, “La habitación del autor”, “El balcón”. En cada uno de estos relatos encontramos ejemplos de cómo se realiza una descripción literaria, ejemplificaré:

En el hueco central del Salón de Embajadores hay un balcón, que antes he mencionado, el cual semeja en la pared de la torre una como jaula suspendida en medio del aire y por encima de las copas de los árboles que crecen en la pendiente ladera de la colina.

También podemos apreciar en este fragmento la secuencia que guardan entre sí los textos al interior de la obra.

Pero el libro no sólo se nutre de espacios, también de personajes. Esos individuos que en un juego bidireccional otorgan identidad a una comunidad, pero adquieren la propia de sus interacciones diarias. Observador meticuloso, Irving registra la vida cotidiana de la Alhambra, a principios del siglo xix, en los textos “La aventura del albañil” y “Tradiciones locales”. Después de estas fotografías literarias hacen su aparición las leyendas: del astrólogo árabe, del príncipe Ahmed al Kamel, del legado del moro, de las tres hermosas princesas y del gobernador y el escribano.

Es en estos últimos textos cuando pienso en el legado de Las Mil y Una Noches: la belleza física, la realeza, las predicciones fatalistas, la adivinación, son algunos de los elementos que permean las leyendas. La polarización de las personalidades, la eterna lucha del bien contra el mal. Desde luego también encontramos la idealización del amor. Cito un fragmento de “Leyenda del príncipe Ahmed al Kamel o el Peregrino del Amor”:

-¡Perfectamente, príncipe mío! El amor es el tormento de uno, la felicidad de dos y la lucha y enemistad de tres; es el encanto que atrae mutuamente a dos seres y los une por irresistibles simpatías, haciéndolos felices cuando están juntos, pero desgraciados cuando están separados.

Cuentos de la Alhambra es un texto ampliamente recomendado para iniciar en la lectura a jóvenes. Si se les acompaña en el proceso se podrá referir, constantemente, a las multicitadas Las Mil y Una Noches, a la música que ha inspirado el sur de España, a las diferentes manifestaciones artísticas y culturales que heredamos de la cultura árabe.


Irving, Washington: Cuentos de la Alhambra, 2ª. ed., México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2009, p. 173, (Clásicos para hoy).

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