Seducido, muy probablemente, no
sólo por la majestuosidad del sur español –en particular la Alhambra-, sino
también por la magia de Las Mil y Una
Noches, Washington Irving (Nueva York, 1783-1859), recrea y recupera
historias dentro de los límites de ese hermoso espacio. De esta manera encontramos,
lo mismo, el origen del palacio que leyendas de personajes árabes, pero también
de recovecos y áreas emblemáticas. Tratemos de imaginar la maravilla que
apareció ante los ojos de Irving en 1829, cuando conoció Granada. Además de
contar con la fortuna de alojarse en el mismísimo palacio.
Deseoso de dejar registro de esta
espectacular visita escribe “El palacio de la Alhambra”, “La torre de Comares”,
“La habitación del autor”, “El balcón”. En cada uno de estos relatos
encontramos ejemplos de cómo se realiza una descripción literaria,
ejemplificaré:
En el hueco central
del Salón de Embajadores hay un balcón, que antes he mencionado, el cual semeja
en la pared de la torre una como jaula suspendida en medio del aire y por
encima de las copas de los árboles que crecen en la pendiente ladera de la
colina.
También podemos apreciar en este
fragmento la secuencia que guardan entre sí los textos al interior de la obra.
Pero el libro no sólo se nutre de
espacios, también de personajes. Esos individuos que en un juego bidireccional
otorgan identidad a una comunidad, pero adquieren la propia de sus
interacciones diarias. Observador meticuloso, Irving registra la vida cotidiana
de la Alhambra, a principios del siglo xix,
en los textos “La aventura del albañil” y “Tradiciones locales”. Después de
estas fotografías literarias hacen su aparición las leyendas: del astrólogo
árabe, del príncipe Ahmed al Kamel, del legado del moro, de las tres hermosas
princesas y del gobernador y el escribano.
Es en estos últimos textos cuando
pienso en el legado de Las Mil y Una
Noches: la belleza física, la realeza, las predicciones fatalistas, la
adivinación, son algunos de los elementos que permean las leyendas. La
polarización de las personalidades, la eterna lucha del bien contra el mal.
Desde luego también encontramos la idealización del amor. Cito un fragmento de “Leyenda
del príncipe Ahmed al Kamel o el Peregrino del Amor”:
-¡Perfectamente,
príncipe mío! El amor es el tormento de uno, la felicidad de dos y la lucha y
enemistad de tres; es el encanto que atrae mutuamente a dos seres y los une por
irresistibles simpatías, haciéndolos felices cuando están juntos, pero
desgraciados cuando están separados.
Cuentos de la Alhambra es un texto ampliamente recomendado para
iniciar en la lectura a jóvenes. Si se les acompaña en el proceso se podrá
referir, constantemente, a las multicitadas Las
Mil y Una Noches, a la música que ha inspirado el sur de España, a las
diferentes manifestaciones artísticas y culturales que heredamos de la cultura
árabe.
Irving,
Washington: Cuentos de la Alhambra, 2ª.
ed., México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2009, p. 173,
(Clásicos para hoy).
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