El extranjero es de esas obras que había escuchado y sabía quién la escribió, pero nunca la había leído. Albert Camus (Mondovi, Argelia, 7 de noviembre de 1913-Le-Pettit Villeblevin, Francia, 4 de enero de 1960) plantea un juego desde el título de la obra.
En el primer capítulo somos testigos de la frialdad con que asume, el señor Meursault, la muerte de su madre. Esta actitud no deja de ser provocadora al lector. En el mismo tenor encontramos sus decisiones de vivir, o no, con alguien, de cambiar de residencia. Parecería que todo le da igual.
Su comportamiento es el de un autómata. He ahí la razón de ser del título. El hecho de ser francés y que la historia se desarrolle en Argelia es la punta que develará el iceberg, un factor de distracción.
Meursault es extranjero, creo, por una actitud hacia la vida. Su indiferencia por ésta alcanza límites insospechados cuando permite que se le juzgue por un crimen que no cometió (motivo distinto Hanna de El lector).
Es escéptico y da lo mismo todo. No expresa ningún sentido de pertenencia. El extranjero puede ser leída como obra filosófica.
CAMUS, Albert: El extranjero, Barcelona, Ediciones Altaya, 1995, 118 p. (Biblioteca de Premios Nobel; Albert Camus 1957)
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