miércoles, 22 de mayo de 2013

Memoria de mis putas tristes

A diferencia de Cien Años de Soledad, en esta obra aparece un narrador en primera persona del singular. La frase "Por esa época oí decir que el primer síntoma de la vejez es que uno empieza a parecerse a su padre”, también la refiere en El Amor en los Tiempos del Cólera (me lo corroboró una amiga), y creo que también lo hace en Cien Años... Hay una cuestión moral que es aplicable a otros, para él pesa más "el qué dirán": "de niño tuve mejor formado el sentido del pudor social que el de la muerte." De igual manera aparecen eventos ya citados en Cien Años..., uno de ellos es el tratado de Neerlandia. Por otra parte, existe gran intertextualidad en el capítulo: la primera es La Lozana Andaluza; después un poema de Rodrigo Caro, poeta sevillano ("Estos, Fabio, ay dolor, que ves ahora...); a Jorge Manrique ("Elegía del padre" y "Coplas a la muerte de su padre"). No sé si la Fábregas citada, sea Fela. En alguna entrevista, el autor declaró que trataba de ser muy puntual en sus narraciones para que sean verosímiles, aquí lo identifico esto en la marca de la loción del sabio.

A la niña la llama Delgadina, y le canta la canción. Aquí llama mi atención que, hasta donde sé, esta pieza es de origen michoacano, y la recupera Gabo para su trama. Además, es la primera (y no sé si la única canción mexicana que aborda el incesto).

Encuentro en el sabio una personalidad esquiva: "Acostumbrado a tomar sin corresponder" y "el placer de hacer lo prohibido por el puro placer de hacerlo". Lo anterior se reafirma cuando Damiana le confiesa que se mantuvo virgen por el amor profesado hacia él. Y desde luego, su ausencia en su propia boda.

El deseo, la necesidad de nombrar, de nombrarnos. La asociación de nuestra identidad con una palabra. Así inicia el capítulo. El amor llega cuando tiene que llegar. Me encantó el fragmento donde el sabio la lleva en la memoria y hacía con ella lo que quería. Él va dispuesto a morir de amor.

Me gustó el final. Había mal leído el texto hace algunos años y recordaba muy poco. Me gustó la reconciliación que llegó en doce meses.

GARCÍA Márquez, Gabriel: Memoria de mis putas tristes, México, Diana, 2004, 109 p.

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