Sin lugar a dudas el canto es una
actividad fundamental para el hombre. Todos, en alguna ocasión de nuestras
vidas no hemos podido resistirnos a, al menos, tararear, alguna melodía, e
incluso, inventarla. Nicolás Tolentino Jiménez canta su trayecto. El cual
inicia en la tierra, como el árbol. Inicio que se hace presente con la palabra:
la palabra asigna existencia: “Nombrar para nombrarlo todo, todo…/color, forma,
ritmo y movimiento/luz, música solar en equilibrio.”
El inicio, el principio, en flor:
“Yo vengo de escuchar voces del río/he sonado la piedra de tambor”. Después es
creación, transformación. El fuego, como segundo elemento, da sentido al
orfebre. De ahí surge el arma. Pero el fuego va más allá de la belicosidad y
cacería. El fuego está presente en todas partes: “Tú, construiste los puertos
marinos/Tú, transformaste las parras en vino/Tú, le diste son al yung (sic) y
al martillo/Tú, eres la competencia de los hombres/Tú, eres lo más hermoso: Las
Mujeres/Tú, llenaste de culpas las conciencias/Tú, le diste la fuerza a la
soberbia.”
Luego la carne, la carne sola: “Ser
todo, sin ser nada en el silencio/as de remordimientos sin descanso/buscando su
refugio en el cruel vino/Ser voz sin decir lo que se siente/Ser la soledad,
siempre soledad…” Todo el tránsito que nos convida Jiménez tiene su preámbulo
en Dios, en la locura, en la muerte, en el hombre. Pasando por la campana y la
serpiente.
La búsqueda del canto en
ocasiones se vuelve sórdida. Con una estructura muy rígida. La obra adolece de
un trabajo de edición. Errores de ortografía y tipografía desafortunadamente
marcan y disminuyen la fuerza de algunos versos: “Te invito a juntar frutos,
haber (sic) cuál es/mejor recolector”.
JIMÉNEZ, Nicolás Tolentino: El canto del hombre, México, Editorial
Anguiano, 1990, 37 p.
La segunda obra que refiero, pero primera en publicarse, es Arcillas tras el viento. Igual que Canto del hombre, el trabajo de edición no existe. En sus páginas podemos encontrar los primeros esbozos de lo que será, posteriormente, la poesía de Jiménez:
La segunda obra que refiero, pero primera en publicarse, es Arcillas tras el viento. Igual que Canto del hombre, el trabajo de edición no existe. En sus páginas podemos encontrar los primeros esbozos de lo que será, posteriormente, la poesía de Jiménez:
Ayer fluvial
hoy lluvia
mañana agua
Los poemas son más breves que en el texto anterior, También coinciden en la estructura a partir de cantos. Confieso que este tipo de poesía me atrae poco, aunque hay versos que brincan del texto:
En tu espalda está escrita la historia
de noches de fuego...
allí donde los siglos tejieron las arcillas
allí, donde palpita el beso de la espiga
relámpago atrapado en tu vagina.
JIMÉNEZ, Nicolás Tolentino: Arcillas tras el viento, México, Edición del autor, 1987, 78 p.
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