Eduardo Campech Miranda
Estimada Silvia:
He leído con detenimiento y placer tu libro La promoción de la lectura. Primero tu llamada telefónica para invitarme a la presentación, y después ésta misma, generaron esa expectativa por tener, por abrir tu libro, interactuar contigo a través de tu escritura.
Me congratula encontrar infinidad de coincidencias. Las primeras son las hipótesis: la lectura en la escuela sigue siendo rígida, muchas veces, incluso, es mecanismo correctivo o disciplinario. Pocas, pero poquísimas ocasiones se brinda el acto lector como un acto de libertad. La segunda hipótesis también la comparto: la mayoría de los maestros no son lectores. Y me refiero a lectores autónomos, como los que pretende formar el Programa Nacional de Lectura. Tengo varias explicaciones para ello, pero lo abordaré en otra ocasión. Ahora es tiempo y espacio para tu texto. La tercera hipótesis, referente a las bibliotecas escolares, tiene mucho de relación con la primera: la ausencia de flexibilidad.
Confieso que no soy partidario de los concursos de lectura, sin embargo, los resultados que compartes me llevan a replantearme esa estrategia para formar lectores. Durante la narración de cómo se fue diseñando el certamen, saltan datos, circunstancias y acciones que el ámbito escolar no siempre contempla:
Estas dos últimas obras fueron elegidas por un gran número de estudiantes debido a tres razones: buena parte de los maestros las promovieron por conocerlas y por ser de su dominio y su gusto… (p.33).
Un error recurrente es ofrecer un listado de libros seleccionados por el mediador o por el gurú literario del mediador o por quien sea y espera que el lector se decida por uno de ellos. Si se está trabajando con personas cuya relación con la lectura es nula o casi nula, entonces no conocen de autores, géneros, escuelas, corrientes, etcétera y será para ellos poco atractivo. De tal manera que compartir la trama, comentar un poco sobre el autor, ofrecer un abanico variado de libros, donde ellos exploren libremente, lean las cuartas de forros y tengan en sus manos la posibilidad de continuar o desistir en su selección, es ofrecer una invitación a la lectura más personalizada.
El tercer capítulo, en el cual acertadamente se da a conocer la voz de los jurados, hay textos que no tienen desperdicio. Tal es el caso del de Armando Alanís Pulido, María Dolores Hernández Rodríguez o el de Roldán Salazar Mendiguchia, este último lleno de poesía y que a la luz de los últimos acontecimientos de cultura general, literatura, lectura de nuestros políticos me detonó una reflexión que abordaré en un futuro cercano.
Finalmente, el cuarto capítulo es el testimonio escrito y palpable del trabajo realizado, de la corroboración de la teoría y el sentido común en la promoción de la lectura. Los libros espejo y los libros ventana hicieron su aparición. La red de significados de estos alumnos, agregó un hilo más que les permitirá asir la lectura de la realidad, en un viaje de ida y vuelta.
Silvia, te agradezco la generosidad de darnos un poco de tu experiencia, de mostrar otras vías, de no dosificar recetas, de otorgarnos la certeza de que el trabajo de promoción a la lectura da frutos y satisfacciones. Va un abrazo y un saludo afectuoso.
Garza Benavides, Silvia: La promoción de la lectura, México, uanl, 2010, 91. p.
Publicado en "La Gualdra", suplemento cultural de La Jornada Zacatecas, diciembre 19 de 2011.
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