Uno de los criterios de selección de libros viene dado por los elementos paratextuales (colores, portada, tamaño de letra, ilustraciones, grosor, etc.), así fue como llegué al siguiente libro: Claro que me atrevo: Escritos de mujeres mexicanas. El título me llamó la atención y no me defraudó, al contrario, invita a seguir leyendo más obras de Documentación y Estudios de la Mujer A. C. (DEMAC).
La estructura del libro es una analogía de la estructura de la mayoría de las vidas, es decir, va de los orígenes a la muerte, dejando para el final tres apartados: la escritura, los comienzos y los diarios. Relatos breves, de hecho, extractos de relatos, configuran el universo del texto. En él las historias se entretejen para compartirnos el caleidoscopio de sensaciones y emociones, que nos recuerdan nuestra condición humana.
Testimonios desgarradores desde la mujer que no sabe quién fue su madre, la hija que presenció el intento de suicidio de su progenitora, la militar paracaidista que experimentó el dolor de varias fracturas en una demostración ante el presidente, la anciana que recuerda el día que la llevaron al asilo, la niña que sabe que su condición de mujer y de infante la hacen presa de la violencia. También hay textos alegres, aquellos que dan gracias a la divinidad que otorga la vida, el reencuentro con el ser, la juventud realizada, la gratificación de nacer en “pañales de seda”.
Sin lugar a dudas este es un libro que provoca leer, y lo mejor, invita a escribir, a romper silencios, a compartir la vida.
Claro que me atrevo, México, DEMAC, 2006, 303 p.