Esta ocasión partiremos del supuesto que la trama de Como agua para chocolate es de todos conocida, ya sea por la versión cinematográfica o por la novela en sí que fue muy leída una vez que se llevó al cine. Es por ello que abordaremos la reseña de este libro, desde otro ángulo, y no sólo argumental.
Comencé la lectura un tanto incómodo por la influencia de la película. Fue hasta el cuarto o quinto capítulo cuando esas imágenes de Arau se disipaban. Me parece que el texto se inserta netamente dentro del realismo fantástico y donde debemos analizar cada elemento y personaje bajo ese cristal. Es fascinante el manejo del lenguaje culinario y la inserción de refranes y dichos populares gastronómicos mexicanos dentro de la narración. La estructura de los capítulos es novedosa ya que abreva del formato de los antiguos recetarios del siglo xix (la novela se desarrolla a principios del siglo xx). Muy recomendable para primeros lectores.
Esta primera novela de Laura Esquivel (México, D. F., 30 de septiembre de 1950) nos presenta una historia de amor imposible, en un México del primer cuarto del siglo XX. La cocina y la gastronomía son metáforas de la historia y pretexto para dar forma a los capítulos.
En líneas sencillas y ágiles, Esquivel ejemplifica las condiciones de domesticación femenina que eran práctica común en la época, y de las cuales aún encontramos rescoldos. Hay quien piensa que la novela es una historia de amor rosa. Y hasta cierto punto lo es. Sin embargo, está impregnada de elementos fantásticos que se catalogan como propios del realismo mágico.
Sin embargo, también está cargada de tragedia y drama. La protagonista, Tita, debe enfrentar la adversidad desde el mismo nacimiento, que es prematuro. Y a partir de ahí, observar cómo su gran amor, Pedro, se casa con su hermana Rosaura. Mamá Elena es la madre y/o suegra que nadie queremos tener.
Pero así como Tita personifica la sumisión, obediencia, resignación (todo esto, hasta donde el cuerpo aguanta), Gertrudis, otra de las hermanas, es la de rebeldía, concupiscencia, libertad y vergüenza familiar.
El recurso de los refranes y dichos populares, el mismo título lo es, dan esa dosis de oralidad que facilita su lectura en voz alta. Quizá a muchas personas les sucedió lo que a mi: tuvieron acceso primero a la película y después al libro, con la consecuencia de tener a los actores como los personajes, visión que es difícil de sacudir.
Una pregunta pululó durante la lectura, y es probable que más de uno se halla planteado lo siguiente: ¿se pueden realizar las recetas con que abre cada capítulo?
Esquivel, Laura: Como agua para chocolate, México, Planeta, 1989, 244 p.
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