A mi juicio, uno de los errores
que se presentan al promocionar la lectura es concebirla como un acto abstracto
y uniforme para todos los lectores. Tal percepción tiene como consecuencia
resultados contrarios a los pretendidos. Alberto Manguel (Bueno Aires,
Argentina, 1948) hace un exquisito recorrido por anécdotas y situaciones de
lectura en la cotidianidad de los hombres. Personajes de carne y hueso que
hicieron del libro un objeto de culto, pero también la extensión de la mente
que dijo Borges. A partir de lo anterior el viaje por las formas, los espacios,
los propósitos, los tipos de lectura da cuerpo a esta obra.
Una historia de la lectura da inicio con un texto que expone en
todo su esplendor aquella máxima de Paulo Freire: “La lectura del mundo antecede
a la lectura de la palabra”. “La primera página” despoja a quienes no
acostumbran leer de todos los prejuicios que se enfrentan socialmente y brinda
la confianza para saber que somos lectores. Ese es el inicio para un recorrido
que no está estructurado cronológicamente, sino por ejes temáticos, mismos que
arropan al lector en cada acto de lectura. Éstos son cinco: “La última página”,
“Lecturas”, “Los poderes del lector”, “El último pliego” y “Anexos”.
La segunda parte, “Lecturas”,
aborda a la lectura desde distintas aristas, éstas son: “Lectores de sombras”
expone brevemente el procesos fisiológico y mental del proceso lector; “Los
lectores silenciosos” nos recuerda que no siempre se leyó en silencio; “El
libro de la memoria” es un recuento de casos extraordinarios donde la memoria
fue herramienta indispensable contra la libertad de leer; “Aprender a leer”, nos
lleva por algunos métodos y prácticas en la enseñanza de la lecto-escritura; “La
primera página ausente”, reflexiona en torno a las construcciones mentales y
evocaciones que una lectura provocan en el lector; “Lectura de imágenes”, es un
viaje en la historia del libro ilustrado; “Leer para otros”, es un paseo por
diversos momentos históricos de la lectura en voz alta; “Las formas del libro”,
apoyándose en algunas ilustraciones, que el libro no siempre ha sido tal y como
lo conocemos hasta nuestros días; “Lectura privada”, expone, entre otros
tópicos, los espacios de lectura; “Metáforas de la lectura”, analiza cómo las
lecturas configuran lo que somos.
La tercera parte, “Los poderes
del lector”, a su vez se divide en los siguientes capítulos: “Principios”, va
hacia los primeros vestigios de la palabra escrita; “Ordenadores del Universo”,
nos lleva por los pasillos y estantes de bibliotecas emblemáticas y los
esfuerzos humanos por organizar todo la información resguardada en los libros; “Leer
el futuro”, narra cómo uno de los propósitos de lectura ha sido el vaticinar lo
que viene; “El lector simbólico”, hace un recuento de circunstancias en las
cuales el libro confiere a su poseedor un estatus cultural y social; “Lectura
entre paredes”, presenta las estrategias que siguieron algunas mujeres para
acceder a la lectura; “Robar libros”, centra la narración en la figura de
Guglielmo Libri, famoso ladrón bibliográfico; “El autor como lector”, hace un
inventario de algunos autores que leían sus textos en público, como Dickens; “El
traductor como lector”, pone sobre la mesa la discusión y crítica de hasta
dónde pierde belleza el lenguaje con las traducciones; “Lectura prohibida”, recapitula
momentos históricos en que la lectura fue vedada para algunos sectores y de la
censura. Finalmente, “El último pliego”, es el colofón a tan placentero y
sorprendente viaje.
Como lo mencioné en el primer
párrafo las anécdotas son parte fundamental de este libro, escrito de manera
ágil y accesible, sin caer en lugares comunes.
Manguel,
Alberto: Una historia de la lectura,
México, Almadía, 2011, 578 p.
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