martes, 27 de septiembre de 2011

Un viejo que leía novelas de amor y un libro que enseña cómo funciona la lectura

He vuelto a releer una novela maravillosa: Un viejo que leía novelas de amor de Luis Sepúlveda. Y confirmé lo mencionado tantas veces por algunos teóricos de la lectura: que cada encuentro con el libro es distinto. La historia en sí es sencilla: Un viejo con dentadura postiza debe cazar una hembra felina. Un alcalde obeso, prepotente, y estúpido por lo mismo o viceversa. El pueblo, mal llamado jíbaro, de los shuar. Gringos que en búsqueda de aventura y riqueza no respetan a la naturaleza. Un dentista que anestesia verbalmente a sus pacientes. En resumen, una historia de sobrevivencia, conciencia ecológica y ejemplo de cómo funciona la lectura.

La narrativa de Sepúlveda (Chile, 1949) me recordó en algunas ocasiones a la de García Márquez, quizá por su exuberancia, quizá por el contexto tropical, quizá por los nombres de sus personajes (Antonio José Bolívar Proaño, Dolores Encarnación del Santísimo Sacramento Estupiñan, son los dos ejemplos más claros), quizá por esos cambios de ritmo durante la narración.

Sin embargo, al margen de la bien lograda historia, lo que ha llamado poderosamente mi atención y me ha fascinado, es la descripción literaria del proceso lector. Antonio José Bolívar, descubre con un asombro absoluto que sabe leer. Él quiere leer, pero no tiene qué leer. El alcalde le ofrece el material que tiene a la mano: periódicos. Poco o nada importan a Antonio José los chismes de la farádula, los enfrentamientos de los equipos de futbol y sus hinchadas, si nada de esas noticias pertenece a su contexto, tiene qué ver con él y sus circunstancias.

Antonio José descubre que él quiere novelas de amor. De ese amor sufrido, insoportable, con lágrimas. El odontólogo se encarga de llevárselos, pero no es lector. Así que decide pedir asesoría con una maestra, ésta poco puede aportar. Quién finalmente va siendo su mediadora de lectura, será una mujer pública que gustaba, también, de las historias románticas.

Mientras lee una de sus tramas favoritas, se presenta la siguiente situación:

La novela empezaba bien.
«Paul la besó ardorosamente en tanto el gondolero, cómplice de las aventuras de su amigo, simulaba mirar en otra dirección, y la góndola, provista de mullidos cojines, se deslizaba apaciblemente por los canales venecianos.»
Leyó el pasaje varias veces, en voz alta.
¿Qué demonios serán las góndolas?
Se deslizaban por los canales. Debía tratarse de botes o canoas, y, en cuanto a Paul, quedaba claro que no se trataba de un tipo decente, ya que besaba "ardorosamente" a la niña en presencia de un amigo, y cómplice por añadidura.

¿Alguna ocasión en su vida lectora se ha encontrado como José Antonio? ¿Se percibe qué papel tan importante juegan los conocimientos previos, las inferencias, los usos y costumbres y nuestra escala de valores durante el acto lector? ¿Alguien puede obligarnos a leer pasando por alto lo anterior?

Los mediadores (madres, padres, docentes, bibliotecarias, etc.), deberíamos leer esta novela corta y después escuchar, leer, observar, las propuestas de promoción de la lectura. Tengo la certeza que comenzarán a dudar de algunas de ellas.

SEPÚLVEDA, Luis: Un viejo que leía novelas de amor, México, TusQuest, 1993, 137 p.

Publicado en "La Gualdra", suplemento cultural de La Jornada Zacatecas, lunes 26 de septiembre de 2011.

Asterix en Hispania

...no se llegará a leer el Quijote si no se leyó Batman.
L. E. BEHARES

Asterix y Obelix son dos personajes entrañables de las historietas universales, creados por Goscinny (14 de agosto de 1926-5 de noviembre de 1977, París, Francia) y Uderzo (Fimes, Francia, 1927). Este par encabeza la resistencia del pueblo galo ante las arremetidas de los romanos. El secreto está en la fórmula mágica que el druida Panoramix ha creado para dotar de fuerza sobrenatural a quien la tome. Obelix de niño tuvo el infortunio de caer en el caso donde se cocinaba la poción, y desde entonces la inconmensurable fortaleceza es su insignia.

En este capítulo, los romanos intentan someter a un pueblo de ibérico, para ello raptan al hijo del líder. Con la finalidad de alejarlo de su padre, lo envían a un territorio cercano a la Galia. Sin embargo, un accidente propicia que Pepe pase a manos de los galos. Éstos, pronto se dan cuenta que es urgente llevar al niño con su padre. El viaje es parte de esta aventura con tintes y sabores de pescado, jabalí, flamenco, cante hondo y tauromaquia.

UDERZO y Goscinny: Asterix en Hispania, España, Grijalbo/Dargaud, 1980, 48 p.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Una historia con la voz de Daniel Santos como música de fondo

Oye Carlos, porque tuviste
que salirte de la escuela esa mañana.
Oye Carlos, porque tuviste
que decirle que la amabas a Mariana.
CAFÉ TACVUBA

Seguramente más de una vez nos ha sucedido que escuchamos una canción, nos gusta, nos la aprendemos, la cantamos... y no sabemos a qué se refiere. Pues eso mismo le sucedió a Claudia Gaete con "Las batallas" de Café Tacvba, y seguramente a muchas personas más. Claudia viajaba en un microbús, en la Ciudad de México, según refiere ella misma, cuando apareció la mencionada melodía en el sonido del vehículo. La había cantado muchas veces, pero no había leído (porque ni siquiera sabía de la relación existente) el libro Las batallas en el desierto, de José Emilio Pacheco (Ciudad de México, 30 de junio de 1939). Después de leerlo, la canción tuvo sentido. Fue en ese momento que empezó a diseñar el andamiaje de la pieza de los Tacvubos.

La historia se desarrolla en la Ciudad de México, durante el mandato del presidente Miguel Alemán Valdés. Carlos, un niño clasemediero, entabla amistad con Jim, un niño hecho a molde de la cultura estadounidense. Mariana es madre de Jim. El día que Carlos la conoce, queda perdidamente enamorado de ella. Hasta que se decide declararle su amor.

Desafortunadamente para Carlos, el suceso se hizo público y el señalamiento, la exhibición, la burla, la admiración, el escarnio, no se hicieron esperar. Los años pasaron, dejó de ser un niño y a la par los cambios físicos, se presentó en él, un cambio de mentalidad. Lo anterior queda de manifiesto cuando se encontró a un ex compañero que lo puso al tanto de todo lo acontecido.

Esta obra de lectura ágil, es muy recomendable para jóvenes y adultos que deseen acercarse a la lectura. Alberto Isaac la llevó al cine bajo el título de Mariana, Mariana, con las actuaciones de Elizabeth Aguilar y Luis Mario Quiróz. Si no conoce la historia de la colonia Roma, o el bolero famoso que se cita a menudo (y que seguramente sonó en voz de Daniel Santos), le invito a documentarse en ambos temas, con el fin de enriquecer la lectura. 

PACHECO, José Emilio: Las batallas en el desierto, 13ª ed., México, Era, 72 p.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Los siete hábitos de la gente altamente efectiva

Toda mi vida lectora he tenido ciertas reservas hacia los títulos de Superación Personal, sin embargo había leído algunos de ellos (El vendedor más grande del mundo de Og Mandino, regalo de una amiga y ¡Dios mío, hazme viuda por favor! de Josefina Vázquez Mota). Sin embargo, la lectura de Los siete hábitos para la gente altamente efectiva de Stephen R. Covey (24 de octubre de 1932, Salt Lake City, Utah, Estados Unidos), me hizo revalorar esas lecturas.

Lo anterior, no con la finalidad o el objetivo de que alguien que no conocemos nos brinde una receta de cocina para nuestras vidas. Por el contrario, como menciona el autor, de cambiar de paradigma. Los siete hábitos propuestos se agrupan en tres grandes categorías, las dos primeras asumidas como victorias: de la vida privada y de la vida pública. Modificar los hábitos en esos dos espacios nos llevarán a la tercera categoría: renovación.

El autor propone pequeñas, pero constantes acciones, para ir modelando paradigmas y principios con los cuales hemos crecido. En particular, me llamó la atención la propuesta del cuadrante. Este es un libro de superación personal que invita a implementar en nuestra vida diaria y familiar.

COVEY, Stephen R.: Los siete hábitos de la gente altamente efectiva: la revolución ética en la vida cotidiana y en la empresa, Buenos Aires, Paidós, 2003, 205 p.