martes, 10 de mayo de 2016

Un dedo incontrolable

El enojo es, para muchas personas, un estado de ánimo incontrolable. Pero, ¿qué sucedería si una de las manifestaciones de éste fuera que alguna parte de nuestro cuerpo respondiera de manera incontrolable? Roald Dahl, el genial Roald Dahl juega con esa posibilidad y dota de este poder a una pequeña de escasos ocho años, la cual, sorprendida, determina cómo hay señales corporales de que su dedo está a punto de transformar a alguien. Las víctimas en esta historia son la señora Winter, y la familia Gregg, maestra y vecinos de la niña, respectivamente.

Con la irreverencia característica de Dahl, el lector hará las delicias de las peripecias que enfrenta la familia Gregg. De un momento a otro todo cambió. Pasaron, literalmente, de ser cazadores a asumir el rol de presas. Con este acontecimiento, el lector puede reflexionar en torno a la relación que establecemos con la naturaleza como seres humanos. El invertir roles es una fórmula para “ponerse en los zapatos del otro”, y por consiguiente, generar el reconocimiento y respeto necesarios para una convivencia armónica. Nuevamente encontramos a un Dahl que confronta a los niños versus los adultos. Donde los primeros son vencedores.

Las obras infantiles del británico son asociadas, casi en automático, con los trazos de Quentin Blake. En esta ocasión no es así. Tal tarea fue encomendada a Pat Marriott. Sus ilustraciones acompañan casi cada una de las páginas de la trama. El dedo mágico, es recomendado, por la editorial, para infantes a partir de diez años, sin embargo, con una buena lectura en voz alta, atrapará a pequeños desde los cinco, realizando ésta en sesiones que no fatiguen al escucha.


Dahl, Roald: El dedo mágico, 2ª. reimpr., México, Alfaguara, 2003, 74 p. (Alfaguara Infantil).

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