Hace quince o dieciséis años
acudí a la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil. En varias
conferencias hicieron alusión o mencionaron a Harry Potter. No lograba saber a
qué se referían. Existía una enorme brecha entre sus palabras y mis referentes.
En el primer recorrido que realicé por la Feria, observé que Harry Potter era
un fenómeno editorial. Es así como me hice de los tres primeros títulos de la
saga. Mi esposa los devoró y solicitó que adquiriera los restantes. Así es como
llegó este maguito a habitar el multifamiliar que son mis libreros.
En lo posible evité ver las
versiones cinematográficas (a excepción de las dos últimas) con la finalidad de
que las imágenes creadas fueran lo más propia posibles. Pero la mercadotecnia y
el constante bombardeo mediático hicieron que fuera poco menos que imposible.
De tal manera que las siguientes líneas corran el riesgo de aludir o mencionar
aspectos que ya fueron abordados hasta la saciedad. Es de este riesgo donde
surge una propuesta de lectura: ubicar, con calendario en mano, las fechas en
las cuales se presentan episodios y eventos dentro de la obra. Otra vertiente
es hacer una revisión de las mitologías mundiales.
Una más es la generación de
escritura a partir de los denominados “puntos indeterminados”. Por ejemplo: El
capítulo tercero de Harry Potter y la
piedra filosofal, “Cartas a nadie”, brinda la posibilidad de estudiar, pero
principalmente, producir textos epistolares. Harry recibe correspondencia de un
remitente desconocido. Si invirtiéramos los papeles, podríamos hacer que los
chicos envíen cartas a un destinatario cualquiera: el peatón que va por la
calle, la persona que siguió el globo, el pasajero que dio con un sobre en el
transporte público. ¿Qué contarían los adolescentes? Lo que quieran. El reto es
que inicien una conversación y que estén dispuestos a compartir lo que ello
quieran: características y costumbres de su comunidad, gustos, fobias, anhelos.
La dificultad primordial estaría en responder la pregunta: ¿qué le digo al otro
abstracto, al desconocido?
En secundaria, uno de los temas
lo constituyen los elementos paratextuales. ¿Y si aprovechamos y los chicos
escriben, editan y confeccionan alguno de los libros que le solicitan a Harry
para su ingreso en Hogwarts? Opciones hay muchas. En Harry Potter y la piedra filosofal, en el capítulo quinto “El
callejón Diagon”, hay algunos títulos. En Harry
Potter y la cámara secreta, toda la obra del profesor Gilderoy Lockhart. La ladrona de libros también puede
nutrir de títulos. ¿De qué tratan estos libros, cuál será su índice, sus
ilustraciones?
Rubén Ávila Alonso, instructor de
la Dirección General de Bibliotecas de la Secretaría de Cultura del gobierno
federal, propone en su taller “Destino de héroes”, incluido dentro del manual Voces jóvenes en tu biblioteca pública
una analogía de lista de útiles escolares a la que presenta Rowling. Esto es,
si a Potter le solicitaron calderos, varita mágica, sombrero, ¿cuáles serán los
“útiles escolares” que pedirían en una escuela de choferes de transporte
público, de plomeros, de policías, de maestros, de bibliotecarias, etc.? En el
primer ejercicio está implícita la escritura creativa, en éste el pensamiento
creativo.
Finalmente, en Harry Potter y la piedra filosofal, hay
un momento, en el trayecto hacia Hogwarts, en que aparecen estampitas de magos.
Como esas estampas de beisbolistas o futbolistas que coleccionan los chicos. Esta
es una buena oportunidad para conocer la biografía de los alquimistas y
científicos de la química (sin que ello implique que la actividad se
circunscriba a estos dos ámbitos). La investigación, la creatividad, el juego
estarían puestos para la producción de sus propias estampas, las cuales –previa
coordinación entre docentes- podrían intercambiarse con alumnos de otro salón,
e incluso, otra escuela. Si aprender es más fácil cuando el proceso es
significativo y tiene emoción, creo que estas son algunas ideas que pueden
aportar un halo de frescura a las clases.
Rowling, J. K.: Harry Potter y la piedra filosofal, 9ª.
ed., Barcelona, Salamandra, 2001, 254 p.