¿Es importante conocer el
contexto, las circunstancias, los modelos, las anécdotas que mueven a un autor
a crear su obra? Creo, sin que ello sea verdad absoluta, que sí. Sí, para
establecer un vínculo inicial entre los villamelones y el artista. A menudo se
considera a éstos últimos como seres totalmente ajenos al grueso de la
población. Pero cuando conocemos un poco de la vida de los autores, encontramos
vínculos propios de la condición humana, capaces de derribar la barrera de los
prejuicios, las inseguridades, las desconfianzas, que en un momento dado puedan
surgir en un momento determinado.
Mariano Azuela (1873-1952),
comparte algunas reflexiones y memorias en el volumen Páginas autobiográficas. Bajo el título de “Autobiografía del otro”,
Azuela se remonta a algunos episodios de su niñez en Lagos de Moreno. La
descripción del espacio del hogar familiar me recuerda a un texto similar de
Luis Cardoza y Aragón Guatemala: las
líneas de su mano: la presencia de aromas, paisajes, sabores, personajes,
descubrimientos y sorpresas. Asimismo, da una pequeña introducción a lo que
será el segundo apartado del libro en cuestión: “El novelista y su ambiente”.
Quizá la primera desilusión del lector distraído sea que no está frente a una
autobiografía propiamente, sino a recuerdos que se entremezclan con los motivos
de la escritura de varias de sus novelas.
“El novelista y su ambiente” se
fragmenta en dos partes, constituyendo la segunda y tercera parte del volumen. A
menos que se tenga una memoria fotográfica, o que se hayan leído en los últimos
meses, recomiendo una lectura paralela de estos apartados con las obras
aludidas en ellos: María Luisa, Los fracasados, Mala yerba y Sin amor, Andrés Pérez, maderista y Los caciques, Los de abajo, Pedro Moreno,
el insurgente, unas líneas dedicadas a tres bandoleros y cuyo título fue Precursores y Esa sangre.
En la segunda parte de “El
novelista y su ambiente”, Azuela expone su experiencia y percepción de la
crítica literaria, la vinculación literatura-cine, las dificultades para
hacerse brecha en las letras. Finalmente, en el cuarto apartado, “Apuntes y
notas”, vuelve a recordar a algunos personajes de su pasado, ahora de la época
en que ejerció su profesión de médico en la Ciudad de México. Hay uno tono
constante en todas las líneas del libro: la crítica sin cortapisas a la
corrupción emanada de la Revolución mexicana, los privilegios de los mismos de
siempre y el desamparo de los otros mismos.
También resulta interesante
conocer el punto de vista del autor ante las adaptaciones cinematográficas de
algunas de sus obras. Páginas
autobiográficas es una ventana al pasado, pero también al presente de la
obra de Azuela. El último texto del libro es su discurso al recibir el Premio
Nacional de Ciencias y Artes en 1950. Mismo que conserva el aire de
independencia del sistema. Para el estudioso del autor, su obra o de la novela
de la Revolución, sin duda, será un material muy valioso. Para quienes buscan
solamente la anécdota, les quedará a deber.
Azuela,
Mariano: Páginas autobiográficas,
México, fce, 1985, 276 p. (Colección
Popular, 134).