En la cuarta parte encontramos los claroscuros de la vida: por un lado, el triángulo fatal de Alejo-Ana-Wronsky (con los nubarrones de tragedia que envuelve la trama) y por otro, el amor de Kitty y Levine (con la ansiedad e inseguridad del primero). Hay un personaje que parece conducirse con cálculo y frialdad: Esteban Arcadievitch.
Por otro lado, la exigencia de Kitty para acompañar a Levine en la visita a Nicolás y la actitud de Ana ante actos intrascendentes de Wronsky, son ejemplos de un amor asfixiante. Supongo que era el ideal de la época. El deceso de Nicolás fue penoso y dramático, no obstante su actitud hacia el sacerdote y el último sacramento es un gesto de gratitud a Kitty.
Según mi juicio, la historia vuelve a tomar dinamismo cuando Ana le envía la epístola a la condesa Lidia. El autor refiere que Alejandrovitch ''no estaba tranquilo. No se enteraba de lo que leía y no podía apartar de su mente las dolorosas reminiscencias del pasado. Un recuerdo le mortificaba especialmente: el de la forma en que había recibido la confesión de infidelidad de Ana cuando regresaba de las carreras. Lo que más le abochornaba era haberse limitado a exigirle que guardara las apariencias en vez de desafiar a Wronsky. También le atormentaba el recuerdo de aquella carta que había empezado a escribirle, y el de su inútil perdón, y el de sus desvelos por aquella criaturita que no era hija suya; todo esto le producía una insoportable sensación de vergüenza.'' ¿Vergüenza con él mismo, con la sociedad, con su escala moral? Vergüenza con su proceder, sin duda: recto, inflexible. Alejandrovitch es producto de una infancia dura, misma que exhibe en los momentos comunes con Sergio. El segmento concluye con las dudas de Ana, la añoranza de ésta por su hijo, el arrebato de emprender su encuentro. Ana, que hasta ahora ha mostrado un carácter firme y que lo mismo enfrenta la descalificación social, que rompe paradigmas se enfrenta a su propia frontera: el amor a Wronsky.
La sexta parte tiene en común la inseguridad de Levine (por Kitty) y de Ana Karenina (por Wronsky). La visita a la finca de Esteban y Dolly, además del galante Weslowsky incomodan un tanto a Levine. Weslowsky no pierde oportunidad en ser seductor, no sólo con Kitty, es su forma de vida, misma que comparte con Esteban: "¿Por qué no si esto es una diversión para ti? Ça ne tire pas à conséquence. Mi mujer no sufrirá ningún daño por esto y yo habré pasado un buen rato. Lo que no debe uno dejar de hacer es respetar al santuario del hogar. La casa es sagrada. Pero fuera de ella no hay que dejarse atar las manos."
El fragmento donde van de cacería me recordó Los Santos Inocentes. Levine actuó pensando en él, y no en los demás, como muchos de los personajes. Veo en Dolly una tenue envidia hacia Ana. Ésta hizo lo que quiso, sin importarle nada. Dolly, en su momento, se dejó convencer por su cuñada. Para Dolly su matrimonio ha sido un sacrificio, así lo expresa a sí misma en el camino a casa de Wronsky y Ana. Estamos en un momento de transformación del agro ruso: la tecnificación, de ahí las constantes referencias a la implementación de maquinaria agrícola.
Contrario a las damas de aristócratas que se aburren tremendamente, Alejo Wronsky no tiene tiempo para ello. Las labores del campo lo absorben. Sigue imperando en la mayoría de las relaciones "lo políticamente correcto", como muestra la pregunta que calla Dolly ante Ana, en torno al apellido de la niña.
La séptima parte es de gran emoción. Hay un momento donde Ana manifiesta, a mi juicio, un amor propio mezclado con soberbia, autocompasión y generosidad, es cuando habla con Levin: "Diga usted a su esposa que siento por ella el mismo afecto que cuando la conocí, y que si no me puede perdonar a causa de mi situación, le deseo que nunca me perdone, ya que, para perdonarme, habría que pasar por lo que yo he pasado, y eso no se lo desearé jamás." Hay un momento en que los celos y la inseguridad de Ana me exasperaron, al grado de recordar alguna frase de mi pasado: "Todas las historias de amor tienen el germen de historias de odio". El parto de Kitty me trajo a la mente el cuento de "La Tona", de Francisco Rojas González. Ana reacciona como algunos de nosotros (encabezo la lista): recordamos discusiones de hace siglos. La determinación de Ana se anuncia con antelación, sin embargo, teniendo el antecedente de la Cuarta Parte, es un juego que hace el autor.
La ocatava parte rompe con el vértigo de la narración. Si bien, Wikipedio menciona que Ana Karenina está inspirada en la hija de Dostoievsky, también se sabe que la obra fue escrita después de una crisis. Por ello no me resulta extraño todo el planteamiento teológo-filosófico con el que acaba.
TOLSTOI, León: Ana Karenina, Barcelona, Editorial Sol 90, 2002, 651 p. (Biblioteca de la Literatura Universal).