Para muchos, Rayuela es un libro entrañable, y por lo mismo, inolvidable. Julio Cortázar (Ixelles, Bruselas, Bélgica, 26 de agosto de 1914-París, Francia, 12 de febrero de 1982) pone en juego no sólo la imaginación, sino la inteligencia y el sentido lúdico del lector. Tal vez sea por eso mismo que no es un texto accesible para todos.
Cortázar nos ofrece, de entrada, dos maneras de leer su novela. El primero de ellos es el covencional, es decir, como se lee cualquier libro, de la página 3 o cuatro hasta el final. De esta forma se leería hasta el capítulo 56.
La segunda modalidad es por saltos, iniciando en el capítulo 73, después el 1, luego el 2. El autor nos facilita un mapa para guiar estos brincos.
De tal manera que la historia de amor entre Oliverio y Lucía (La Maga) nos trasladará a París, a sus puentes y cafés. La novela tiene mucho de poesía y es aquí donde encontraremos varias de las inmortales frases de Cortázar: "Andábamos sin buscarnos, pero sabiendo que andábamos para encontrarnos."
La relación de Lucía y Oliverio es la relación de muchas personas: tolerancia políticamente correcta, necesidad del otro, incompatibilidad de caractéres.
La segunda parte, leyendo con la modalidad convencional, vuelve a Oliverio a Buenos Aires. El reencuentro con Traveler y el juego de seducción de Talita atrapan la atención.
Siempre que leo literatura, no dejo de pensar el por qué del título. En ocasiones, como ésta, el mismo texto hace alusión o lo nombra. Aquí "rayuela" es el juego del "avión" o "bebeleche". Pero creo que obedece más a esos saltos que damos en la historia, con el riesgo de caer. Saltamos de capítulos, de continente, de relaciones, de estados de ánimo, de lenguajes.
Con la finalidad de entender mejor los escenarios, la música de fondo (el jazz), y la geografía, durante la lectura me auxilié de herramientas de la web (Wikipedia, Google Maps, Youtube).
Espero, próximamente, poder leer la opción que ofrece Cortázar.
CORTÁZAR, Julio: Rayuela, México, Punto de Lectura, 2012, 728 p.