lunes, 19 de septiembre de 2016

Páginas autobiográficas

¿Es importante conocer el contexto, las circunstancias, los modelos, las anécdotas que mueven a un autor a crear su obra? Creo, sin que ello sea verdad absoluta, que sí. Sí, para establecer un vínculo inicial entre los villamelones y el artista. A menudo se considera a éstos últimos como seres totalmente ajenos al grueso de la población. Pero cuando conocemos un poco de la vida de los autores, encontramos vínculos propios de la condición humana, capaces de derribar la barrera de los prejuicios, las inseguridades, las desconfianzas, que en un momento dado puedan surgir en un momento determinado.

Mariano Azuela (1873-1952), comparte algunas reflexiones y memorias en el volumen Páginas autobiográficas. Bajo el título de “Autobiografía del otro”, Azuela se remonta a algunos episodios de su niñez en Lagos de Moreno. La descripción del espacio del hogar familiar me recuerda a un texto similar de Luis Cardoza y Aragón Guatemala: las líneas de su mano: la presencia de aromas, paisajes, sabores, personajes, descubrimientos y sorpresas. Asimismo, da una pequeña introducción a lo que será el segundo apartado del libro en cuestión: “El novelista y su ambiente”. Quizá la primera desilusión del lector distraído sea que no está frente a una autobiografía propiamente, sino a recuerdos que se entremezclan con los motivos de la escritura de varias de sus novelas.

“El novelista y su ambiente” se fragmenta en dos partes, constituyendo la segunda y tercera parte del volumen. A menos que se tenga una memoria fotográfica, o que se hayan leído en los últimos meses, recomiendo una lectura paralela de estos apartados con las obras aludidas en ellos: María Luisa, Los fracasados, Mala yerba y Sin amor, Andrés Pérez, maderista y Los caciques, Los de abajo, Pedro Moreno, el insurgente, unas líneas dedicadas a tres bandoleros y cuyo título fue Precursores y Esa sangre.

En la segunda parte de “El novelista y su ambiente”, Azuela expone su experiencia y percepción de la crítica literaria, la vinculación literatura-cine, las dificultades para hacerse brecha en las letras. Finalmente, en el cuarto apartado, “Apuntes y notas”, vuelve a recordar a algunos personajes de su pasado, ahora de la época en que ejerció su profesión de médico en la Ciudad de México. Hay uno tono constante en todas las líneas del libro: la crítica sin cortapisas a la corrupción emanada de la Revolución mexicana, los privilegios de los mismos de siempre y el desamparo de los otros mismos.

También resulta interesante conocer el punto de vista del autor ante las adaptaciones cinematográficas de algunas de sus obras. Páginas autobiográficas es una ventana al pasado, pero también al presente de la obra de Azuela. El último texto del libro es su discurso al recibir el Premio Nacional de Ciencias y Artes en 1950. Mismo que conserva el aire de independencia del sistema. Para el estudioso del autor, su obra o de la novela de la Revolución, sin duda, será un material muy valioso. Para quienes buscan solamente la anécdota, les quedará a deber.

Azuela, Mariano: Páginas autobiográficas, México, fce, 1985, 276 p. (Colección Popular, 134).